Un pequeño bolso de paz – Comida, regulación y la historia detrás del kit de snacks
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Los momentos en que se abre la puerta del refrigerador y la pregunta “¿Qué debería comer…” flota en el aire son familiares en muchos hogares.
Y es en esos pequeños momentos cotidianos donde algo importante se forma silenciosamente — la base del bienestar, el equilibrio suave entre cuerpo y mente que crece a partir de simples elecciones diarias.
Cuando se satisfacen nuestras necesidades básicas, construimos la base sobre la cual puede prosperar la regulación emocional y conductual.
La comida es más que solo combustible — es conexión, memoria y cuidado. Alrededor de ella, creamos tradiciones, pequeños rituales y momentos de confort que nos ayudan a sentirnos seguros y vistos.
🍎 Cuando la cazuela de macarrones es el desayuno perfecto
No fue hasta que me convertí en padre que realmente entendí en la práctica cuán profundamente la neurodivergencia puede influir en la vida diaria — incluso en algo tan ordinario como la comida.
Las sensibilidades sensoriales pueden afectar cómo se siente la comida — su textura, temperatura, incluso el sonido de masticar. A veces la medicación para el TDAH afecta el apetito. Y a veces la mente está tan llena que el hambre pasa desapercibida hasta que ya ruge fuerte.
Convertirme en padre de un niño neurodivergente ha suavizado y ampliado mis propias ideas sobre la comida y lo que cuenta como una “comida adecuada”. No hay reglas sobre lo que es adecuado para el desayuno. Si el día comienza con una cazuela de macarrones y eso ayuda a tu hijo a pasar la mañana, eso está absolutamente bien.
Y si tu hijo prefiere los mismos alimentos familiares día tras día, también está bien. El objetivo es la nutrición y la energía, no la variedad por sí misma. Los nuevos sabores y texturas pueden introducirse lenta y suavemente, y según los términos del niño. Lo que más importa es mantener un ambiente positivo y sin presiones alrededor de la comida.
🥑 Cuando la comida no apetece – Añadiendo energía a través de pequeñas elecciones
Cuando el apetito es bajo, aumentar la densidad energética de las comidas suele ser el enfoque más sencillo y efectivo.
Pequeños ajustes pueden hacer que las comidas sean más nutritivas, ayudando a tu hijo a obtener suficiente energía sin necesidad de comer grandes cantidades:
Rocía aceite de oliva o de sésamo sobre las comidas
Incorpora una cucharada de mantequilla de maní
Agrega aguacate, avena, crema de coco o yogur entero a los batidos
Licúa verduras en salsas o sopas
Enriquece la papilla con mantequilla, aceite o mantequilla de nueces
Mezcla un huevo batido en arroz cocido
Ofrece dips atractivos como dip de yogur con pesto o hummus
Espolvorea semillas o queso rallado sobre platos calientes
Agrega quark o yogur griego a panqueques, muffins o waffles
Usa pasta integral y mezcla con requesón, huevo y queso rallado
Estas pequeñas adiciones no convierten las comidas en un proyecto — pero sí hacen una diferencia real en cómo fluye el día y cómo se siente tu hijo.
🧃 Previniendo momentos de “hambre y enojo” — y cómo nació el Snack Kit
Cuando las rutinas de alimentación fluctúan, el hambre puede aparecer de la nada.
Y cuando el sistema nervioso ya está alterado, incluso un hambre leve puede convertirse rápidamente en una gran emoción.
A menudo me encontraba deseando que hubiera empacado algo pequeño para comer cuando salíamos a hacer recados — y tal vez algo para que las manitas se entretuvieran.
Solía llevar varias bolsas y recipientes pequeños, rebuscando en el fondo de mi bolso para encontrar lo que necesitaba, hasta que un día pensé: ¿Podría ser esto más simple — y tal vez incluso un poco más agradable?
Así nació la idea del Snack Kit — una pequeña pero espaciosa bolsa de algodón diseñada para contener bocadillos, sorpresas y pequeños objetos de confort.
Una bolsa que un niño pueda llevar por sí mismo — una que haga las salidas más fáciles y aporte un poco de alegría solo con estar ahí.
🍪 Qué empacar en el Snack Kit de un niño
El contenido de un Snack Kit puede adaptarse fácilmente a las preferencias de tu hijo.
Aquí hay algunas ideas simples:
En cajas o bolsas pequeñas:
Palitos de pepino o zanahoria
Mini galletas de pescado, crujientes de algas, chips de camarón u otros snacks asiáticos
Galletas de avena o integrales
Uvas, bayas u otras frutas
Nueces, frutas secas o palomitas de maíz
Una botella de agua, batido o bebida láctea
Y algunos pequeños extras para comodidad o diversión:
Un collar para estimular o masticar
Un cubo de Rubik o un pequeño rompecabezas para distraerse
Un peluche favorito
Un mini libro, juego de viaje o sorpresa
Chicle o pastillas
El Kit de Snacks es más que una simple bolsa para bocadillos.
Es un pequeño recordatorio de que el cuidado puede caber dentro de una sola bolsa de algodón.
Viaja en mochilas escolares y en pequeñas aventuras.
Para un padre, empacarlo se convierte en un acto silencioso de amor y preparación.
Para un niño, contiene una chispa de emoción — Me pregunto qué habrá dentro hoy?
✨ Tómate una pausa consciente dondequiera que vayas.